El alma de las piedras

El 25 de julio del año 1094, la joven Mabilia de Montmerle y su amigo Ernaud, hijo de un cantero, descubren una extraña marca con la forma de una espada quebrada sobre una de las lápidas en una cripta oculta. Allí reposan los restos del monje Martín de Bilibio, amanuense del obispo Teodomiro y custodio de La Inventio: un documento que narra la verdad sobre el “milagroso hallazgo” de la tumba del apóstol Santiago, cuando dos siglos atrás el obispo decide sostener la dudosa versión del eremita Paio, descubridor del sepulcro, y erigir en ese mismo lugar el locus Sancti Iacobi.

El piadoso engaño, destinado a recuperar el vigor de la fe en los reinos cristianos amenazados por las invasiones musulmanas y el paganismo, muy pronto resulta ser un éxito y miles de peregrinos de toda Europa dirigen sus pasos hacia Compostela, dando origen a lo que hoy se conoce como Camino de Santiago. A petición del propio Teodomiro la falsedad de este hallazgo queda expuesta en La Inventio, y Martín de Bilibio emprende un largo peregrinaje en busca de un lugar donde enterrar el secreto. En su camino tendrá conocimiento de otra leyenda muy diferente, asentada entre los maestros canteros: aquella que afirma que es Prisciliano -hereje para unos, mártir para otros- el que verdaderamente yace en el lugar de culto a Santiago.

Dos años después del descubrimiento de las marcas lapidarias en la cripta, Mabilia de Montmerle se ve sometida a una persecución implacable a manos de su despiadado tío Geoffroi, quien quiere desposarse con ella tras haberse apoderado con malas artes de la herencia de su hermano. Ocultando su condición de mujer, Mabilia convivirá con monjes y peregrinos en una huida constante por la senda de las estrellas, llena de peligros y aventuras. También descubrirá la labor oculta de los canteros, capaces de extraer el alma de las piedras:

 “Cincelo la superficie de los sillares, y cuando el mazonero levante el muro, la piedra mantendrá a lo largo de los tiempos cualquier cosa que yo haya marcado sobre ella. Gracias a mis manos la fría piedra deja de ser un material inerte para convertirse en algo inmortal, capaz de mostrar todo aquello que yo quiera.”

Tras las marcas lapidarias de los canteros se guardan muchos secretos; como la espada quebrada que señala el camino hacia La Inventio, y que salvaguarda la verdad del mito jacobeo de aquellos que quieren destruirla y de los que desean desvelarla. Una disputa que culminará -de nuevo en la cripta en la que descansa Martín de Bilibio- en un enfrentamiento mortal entre los dos canteros que han acompañado a Mabilia en su peregrinación hacia la libertad.

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