El huracán y la mariposa
La mariposa que volvió del Hades es un nocturno para trío con piano, una balada triste cantada a tres voces: las de tres mujeres unidas por una historia trágica y separadas por el dolor.
Sofía es el piano. Relata en primera persona cómo un Huracán devastó su vida. Periodista, asfixiada en una familia de hija única, herida por un amor que la traicionó y le dejó como secuela la amenaza de un cáncer latente que algún día despertará, decide, tras un viaje revelador a la India, que ha llegado el momento de escalar un peldaño en el idealismo revolucionario. Encuentra la inspiración en el mito de Deméter y, al igual que la diosa de la Tierra, decide emprender la búsqueda de su hija: adopta una niña de siete años con cara de ángel, pero no sabe que, también como Perséfone, ya había sido raptada por Hades y lleva el infierno en el corazón.
Ángela es el chelo, la voz grave y madura de la misma partitura. La madre de Sofía, una mujer melancólica y retraída pero de alma extraordinariamente fértil, escribe un diario en el que vuelca su vida: la que vivió en libertad cuando quiso estudiar medicina en los oscuros años franquistas, cuando recorrió el mundo como primera bailarina de una modesta compañía, cuando cometió la enésima transgresión al casarse con un sacerdote católico, y cuando, al convertirse en madre, los temores obsesivos por su hija la arredraron hasta el punto de hacerle perder las alas… También el naufragio, cuando se desbordó la catarata que trajo consigo el Huracán y que arrasó a su hija en una inundación de la que Ángela sólo pudo ser espectadora desde la orilla.
Y Marina-Camila es el violín del nocturno para trío. Maltratada y violada desde sus primeros años de vida, fue arrancada del burdel de México donde se crió para ser entregada a Sofía e iniciar una vida que nunca pidió ni llegó a comprender. Quiso ser llamada como una princesa de cuento, Marina, para olvidar a la Camila dolorida de su niñez, pero no pudo: el cerebro y sus conexiones dañadas no olvidan las deudas pendientes. Múltiples y graves problemas psicológicos la abrasan en un incendio perpetuo y marcan su relación con Sofía y con Ángela. Víctima de un severo trastorno traumático del apego, Marina-Camila desarrolla una aversión enfermiza por su madre adoptiva, a la que trata de arrastrar a la hoguera que la consume. Esta, a su vez, se siente impotente ante las agresiones de una niña que, a medida que avanzan los años, se vuelven más virulentas. Hasta que sucumbe a ellas y deja que Camila regrese al Hades.
Así, los tres instrumentos de un relato coral desgranan con sus propias notas y registros cómo fueron arrollados por el viento, el agua y el fuego en una tormenta perfecta. Una tormenta que tardó en gestarse más de dos décadas, pero que en sólo cinco años, cuatro meses y veintitrés días dejó tras de sí tres paisajes de ceniza absorta y estéril: la ceniza de la culpa.