Luisgé Martín, 38º Premio Herralde de novela
El jurado compuesto por Gonzalo Queipo (librería Tipos Infames, Madrid), Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé seleccionó las siguientes 7 novelas de las 886 presentadas a la trigésima octava convocatoria del Premio Herralde de Novela, convocado por Editorial Anagrama y dotado con 18.000 euros:
Apuntes para la vida de Frances Donnell, de Adriana Murad Konings
Cien noches, de María Slut (seudónimo)
Dibujos sobre un paisaje vacío, de Pedro B. (seudónimo)
Jaguar, de Santiago Wills
Frágiles, de Regina de la Escalera (seudónimo)
Revelaciones de la maestra del arco, de Miguel Kozaki (seudónimo)
Sombra blanca, de Pablo Mulligan (seudónimo)
Pasaron a la deliberación final las dos siguientes:
Cien noches, de María Slut (seudónimo)
Dibujos sobre un paisaje vacío, de Pedro B. (seudónimo)
Resultó ganadora Cien noches, de Luisgé Martín (presentada bajo el seudónimo María Slut), y finalista Los llanos, de Federico Falco (presentada bajo el seudónimo Pedro B. y el título Dibujos sobre un paisaje vacío).
Sobre la novela ganadora, el jurado ha destacado:
«Meditación hecha carne sobre el deseo y la imposible fidelidad, esta fábula moral con trazas detectivescas y científicas se abre paso, a través del recuento de una vida y sus placeres, hacia un final sorprendente, de innegable aliento poético» (Gonzalo Pontón Gijón).
«En Cien noches, perfecta hibridación de novela de tesis y cuento de hadas, Luisgé Martín es más Luisgé Martín que nunca; amor romántico y anos receptores, fidelidad afectiva y promiscuidad culpable, evocan el conflicto entre erotismo caducifolio y persistencia de los afectos, así como la imposibilidad de vivir el placer mientras el placer se experimenta en el puro gozo de la literatura. Hablemos con y de esta novela. Es lo mejor que puede pasar con un libro: que su escritura nos proponga preguntas sobre las que conversar» (Marta Sanz).
«Cien noches es al mismo tiempo la fantasía de un moralista perverso y la de un antropólogo social, es decir, la fantasía del novelista que a través de la ficción encuentra la manera de explorar todas las posibilidades de una tesis, los relatos que preferiríamos mantener en secreto, nuestros hábitos inconfesables, lo que hacemos cuando estamos seguros de que nadie nos está vigilando, pero luego resulta que no, resulta que ahí estaba, agazapado, el autor de esta novela» (Juan Pablo Villalobos).
Cien noches, Luisgé Martín
Irene viaja de Madrid a Chicago para estudiar en la universidad. Como parte de su formación académica repasa trabajos de laboratorio sobre el comportamiento sexual de las ratas, que dan ciertas claves sobre la fidelidad o promiscuidad de los mamíferos según su sexo. Investiga también estos comportamientos en humanos e inicia un viaje personal en el que los experimenta ella misma.
Entre Madrid y Chicago, convertida en detective que rastrea a personas desaparecidas y espía vidas ajenas, la existencia de Irene queda marcada por los hombres con los que se relaciona: el millonario norteamericano Adam Galliger, que mantiene con ella una aventura adúltera, engañando a su mujer, y además financia un estudio sobre las mentiras que cuenta la gente acerca de sus infidelidades; el argentino Claudio, que arrastra consigo un doloroso secreto y cuya familia tiene un pasado oscuro vinculado con la historia de su país; el bilbaíno Martín, con el que se casa y que en realidad apenas sabe nada de ella; Hugo, una relación de infancia con quien tuvo primeras experiencias que dejaron huella… Y a esta exploración del amor y el deseo sexual se incorporan también varios personajes femeninos relevantes como Adela, una amiga de Irene; Graciela, la madre de Claudio, o Harriet, la esposa de Adam.
Cien noches explora las distintas formas de amor –algunas radicales y extremas– y los diversos comportamientos sexuales –algunos igualmente radicales y extremos–; levanta acta de la lealtad, la infidelidad, los deseos inconfesables, los tabús, las medias verdades y los engaños que envuelven nuestras relaciones. Habla de máscaras y de mentiras. Y a modo de juego incorpora una serie de expedientes de adulterios que el autor pidió que le escribieran algunos escritores españoles amigos, en un estimulante ejercicio de promiscuidad literaria.
**FUENTE: EDITORIAL ANAGRAMA