Roberto Santiago vuelve con su primera novela para adultos: ANA, un thriller imposible de olvidar.
Ana Tramel es una abogada con un oscuro pasado que atraviesa el momento más bajo de su carrera. Años atrás, fue una brillante penalista especializada en grandes procesos mediáticos, a la que se disputaban los mejores despachos de la ciudad. Ahora, pasa sus días entre recursos administrativos en un mediocre bufete, anestesiando sus emociones en un vaso de whisky.
Una mañana, aun recuperándose de una de sus habituales resacas, Tramel recibe una llamada del pasado. Su hermano Alejandro, con el que no habla desde hace cinco años, le llama desde el cuartel de la guardia civil de Torrelodones. Ha sido detenido por el asesinato del director del Casino Gran Castilla. Le pide ayuda desesperadamente. Aunque lleva mucho tiempo retirada de la práctica penal, es la única persona en la que confía.
Muy a su pesar, Ana se pone en marcha. Está cansada, desentrenada y no confía en nadie, ni siquiera en ella misma. Pero al fin y al cabo, es su hermano. Durante la investigación para preparar la defensa, descubre varias cosas: La primera, que el crimen está grabado por las cámaras de seguridad del Casino. La segunda, que Alejandro tenía deudas de juego por valor de casi ochocientos mil euros. Y la tercera, que su querido hermano es una caja de sorpresas, además de ludópata compulsivo y homicida, es padre de un pequeño niño de dos años.
Ana pide ayuda a su jefa y vieja amiga de la facultad de Derecho, Concha. Necesita la estructura y recursos del despacho para llevar adelante una defensa en la que tiene prácticamente todo en contra. La convence a cambio de promesas que ella misma sabe que no podrá cumplir, empezando por dejar el alcohol y volver a creer en el sistema judicial.
Tramel prepara un peculiar equipo de combate para enfrentarse al caso. Sus integrantes: un viejo investigador retirado, una abogada novel cuyo mayor mérito es haber robado los exámenes de ingreso en el colegio de abogados, y un ludópata que vendería a su madre por un puñado de euros. Lo que Ana no sabe aún es que va a tener que enfrentarse con las grandes empresas del juego. Bajo la apariencia de un homicidio doloso, se esconde una trama mucho más compleja. Y sobre todo se esconde la eterna lucha del ser humano: el bien contra el mal; la razón contra los sentimientos; y una abogada cuarentona, adicta a las pastillas y al alcohol contra una Corporación que factura miles de millones.
En Ana nada es lo que parece. Ninguno de los personajes es un santo precisamente. Y como dijo Patricia Highsmith a propósito de una de sus historias, «van a ver a una mujer hacer lo que ningún personaje protagonista masculino se ha atrevido a hacer en la literatura durante los últimos cuarenta años: comportarse con compasión, heroicidad, arrogancia y desnudar su cuerpo y su alma hasta la humillación».