El cuarto de la plancha
Sentadas al calor de un brasero a ambos lados de una mesa camilla, así podemos imaginar a Inma Chacón leyendo a su madre fragmentos de su última novela El cuarto de la plancha. En palabras de la propia autora, esta obra puede ser descrita como “una conversación entre recuerdos. Un diálogo entre las anécdotas que me contaba mi madre y las mías propias, engarzados en un texto muy personal, muy mío, el más íntimo que he escrito, donde los personajes principales son los miembros de mi familia”. En El cuarto de la plancha, editado por Contraluz, la autora extremeña rinde un sentido homenaje a su madre en particular y a todas las madres en general. A las familias en general y a su hermana gemela, Dulce, en particular. “Empecé esta novela en 2019, antes de la pandemia, cuando mi madre aún vivía. Poco después de acabar el confinamiento, mi madre murió, y continué con la novela para intentar retener todo lo que aprendí de ella”, asegura Chacón.
El cuarto de la plancha narra la vida de una familia numerosa que tiene que abandonar su pueblo porque muere el padre de familia y se instala en la capital del país, donde sienten el desarraigo y la nostalgia por lo que han dejado atrás, una vida feliz, con muchas comodidades y con una solvencia económica y un estatus social que van a perder con la muerte del cabeza de familia. Pero, sobre todo, una vida llena de amor, de amigos y de seguridades. A través de los recuerdos, se narra también la historia de los antepasados maternos, que marcharon a Filipinas a mediados del siglo XIX para regresar poco antes de la independencia de la colonia, como otros muchos españoles.
