El diablo
El salón de una casa de pueblo atrapada en el tiempo. Se oyen moscas. Un tractor. El Tour de Francia. Persianas cerrándose para que no entre la luz, y con la luz el fuego del verano. Estamos a cuarenta grados. La mesa está cubierta por un mantel que una vez fue rojo y hoy se ve desteñido, agujereado por colillas. Huele a eso, a tabaco y a polvo. A pis. A alcohol de alta graduación. Todo forma parte de la misma casa y el mismo estilo de vida. El de un hombre viudo. Se llama Elías y es guarda forestal. Aquí vive con su hijo, que se llama como él y lleva meses en paro, y su nuera, Rebeca, que trabaja de cajera en el supermercado del pueblo. A la familia se suma Ismael, el hermano menor, que está de visita. Él es el único que ha logrado estudiar y escapar. Su padre, contra todo pronóstico, también ha escapado. Lo ha hecho de pronto y sin motivo. Nadie da con el guarda forestal. Sus hijos y su nuera le buscan sin buscarle. Sin fe. Y mientras, el bosque se quema.
Premio de Teatro Calderón de la Barca 2017