Los años del miedo
París. Otra vez el horror. Otra vez la matanza. Otra vez los inocentes pagando por los intereses, delirios y odios de otros. Los terroristas han vuelto comprar con vidas humanas el protagonismo en los medios de comunicación todo el mundo. La solidaridad con las víctimas es imprescindible. Pero hay que repensar la violencia e ir más allá de la mera condena. No para echar más leña al fuego, como se ha venido haciendo desde los atentados de 2001, sino para buscar la manera de atajar la violencia en la raíz. Buscar sus causas, honestamente, sin retóricas, y tratar de remediarlas con el concurso de todos.
Porque la violencia no se va a resolver imponiendo un solo punto de vista. A los asesinos hay que perseguirlos con todo el peso de la ley, pero al mismo tiempo hay que devolver a la palabra y al diálogo el protagonismo para cortar la espiral de desesperación, rencor y pedagogía del odio que nutre de nuevos acólitos a los terroristas.